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miércoles, 28 de enero de 2009

Apneas del sueño

El síndrome de apnea del sueño o SAS es, junto con el insomnio, uno de los trastornos nocturnos más frecuentes. Afecta a un 2 a 4 % de la población adulta, fundamentalmente a varones.Consiste en episodios repetidos de obstrucción de la vía aérea superior, con pausas respiratorias, durante el sueño. Estas pausas provocan frecuentes descensos de la oxigenación y despertares transitorios, dando lugar a un sueño interrumpido y poco reparador.
Existen dos tipos de apneas del sueño:

La apnea obstrucitva en la que se produce es una obstaculización en las vías aéreas respiratorias por un crecimiento anormal que sólo está presente durante el sueño.
Las personas cuyos tejidos de la garganta puedan ser muy grande, provocan una resistencia a que el aire pase, lo que ocasiona el ronquido. Si el ronquido avanza, esa obstrucción llega a ser completa y no pasa el aire generando la presencia de estas apneas.
Hay personas que dejan de respirar 20 veces, por hora de sueño, hay quienes dejan de hacerlo 10 veces, eso se considera un problema leve, 20 en promedio es moderado y más de 30 es severo, pues se presentan casos en donde el paciente deja de respirar 100 veces en una hora.

El otro tipo es la apnea central que la apnea central tiene que ver con una disfunción de los centros respiratorios a nivel del sistema nervioso central. En este caso el cerebro no envia señal para que se respire.


En condiciones normales, los músculos de la parte superior de la garganta mantienen este pasaje abierto para permitir el paso del aire hacia los pulmones. Estos músculos usualmente se relajan durante el sueño, pero el espacio permanece lo suficientemente abierto para que continúe el paso del aire. Algunas personas tienen un paso más estrecho y, durante el sueño, la relajación de estos músculos hace que se cierre y, por lo tanto, el aire no puede llegar a los pulmones.
Por razones aún no muy claras, durante el sueño profundo, la respiración puede detenerse por un período de tiempo prolongado (con frecuencia más de 10 segundos) y después de estos períodos de falta de respiración o apneas se presentan intentos precipitados por respirar, los cuales están acompañados por un cambio a una etapa de sueño más ligero. El resultado es un sueño fragmentado no sosegado y que conduce a un exceso de somnolencia diurna.

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